El transhumanismo

Cada vez existe un mayor eco acerca de la actual teoría filosófica y cultural: el transhumanismo. La controversia que ha causado, ha sido objeto de debate en más de una ocasión, pues pretende emplear las nuevas tecnologías para el mejoramiento de la especie humana. 

A oídos sordos, esto parece algo sorprendente e innovador, ¿pero es realmente así? Los puntos a favor y en contra han sido continuamente expuestos por las diferentes posturas; pero tal y como determina mi criterio, la teoría transhumanista solo trae consigo consecuencias negativas. Por ello valoro que, la especia humana en vez de progresar, acabará siendo destruida.

Comencemos conociendo un poco sobre su historia: el transhumanismo surge como teoría a finales del siglo XX y principios del siglo XXI, aunque se conoce que ya fue planteado en 1923 por el británico J. B. S. Haldane. Fue él mismo quien posteriormente predijo los grandes beneficios que supondría, al provenir de las ciencias avanzadas. Así pues, parece que la ciencia actual ya toca temas que hasta entonces los calificábamos de “imposibles”, ya que en conjunto con el transhumanismo, posee el objetivo de llegar a conocer lo inmortal o la superinteligencia. Las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial o la biotecnología, comprenden una evolución imparable y perceptible en nuestro día a día. No existe duda de que han mejorado nuestra vida a grandes escalas, bien sea porque se han conseguido curar enfermedades en niños u obtener alimentos genéticamente modificados. Sin embargo, se deberían establecerse unos límites éticos y morales, que impidan el progreso infinito y descontrolado.

Los tres diferentes objetivos que persigue el transhumanismo constan de: la superlongevidad, la superinteligencia o la superfelicidad. La vida eterna es algo que hasta ahora solo hemos conocido a través de la ficción, en las historias inventadas. Los libros y películas que optan por tocar este tema, suelen centrarse siempre en los aspectos negativos de sus personajes inmortales. Tras realizar balances y estudios acerca de las consecuencias que supondría que los seres humanos vivieran para siempre, es comprensible que los autores y guionistas opten por desarrollar sus historias enfocándose en lo malo. Pero bien, ¿cuáles son esos aspectos que poseen tanta carga negativa? La superpoblación pasaría a ser un hecho real, que afectaría de forma progresiva a la sociedad. Se compondría de un total malestar y desorden, al no haber experimentado algo similar con anterioridad. La construcción en vertical no sería suficiente, así como los lugares de ocio público y disfrute; quizás se debería plantear en construir sobre mar, pero tarde o temprano acabaría con la población marina, nuestro alimento. La naturaleza casi no se apreciaría ya en nuestro planeta y el oxígeno que desprenden los árboles, se iría agotando poco a poco. Seguramente nos acabaríamos aburriendo, puesto que con tanta vida por delante, casi seguro que habríamos visitado todos los rincones del mundo. Cualquier pasatiempo pasaría a carecer de significado o finalidad, al no existir un propósito que nos incentivara a perseguir un objetivo.

De la misma manera, la superinteligencia podría acabar en un completo caos. Personalmente, no me vería capaz de distinguir a un ser humano de un robot; pues por muy tontería que suene, el hecho de vivir en un mundo lleno de máquinas, me haría olvidar completamente acerca de qué son biológicamente las personas. Por ello, cualquier pensamiento o sentimiento, estaría completamente determinado por el software de los robots; que excluiría, a su vez, toda idea original y diferente. El mundo, de nuevo, volvería a ser muy aburrido, muy cuadriculado.

Por último, la felicidad interminable nos privaría de la misma; es decir, de experimentar el sentimiento espontáneo. Uno sabe que es feliz porque lo compara con los momentos en los que no lo ha sido tanto, de ahí el querer eliminar todo dolor y sufrimiento; ¿pero realmente es a lo que queremos llegar? Si lo único que pudiéramos sentir fuera felicidad, viviríamos todos los momentos de nuestra vida felices. Cada una de las etapas de la vida viene ligada a un sentimiento distinto, una experiencia diferente; no seríamos capaces de vivirla plenamente si sucediera de manera contraria.

La principal incógnita que me surge a raíz de todo ello es, si se llegaran a poner en práctica todos los objetivos que el transhumanismo defiende, ¿serían accesibles para todos? Está claro que no, ya que mirando en retrospectiva con ejemplos similares, el poder adquisitivo pasaría a tomar mucha relevancia. Serían las personas adineradas las que vivirían de forma inmortal, las que no tendrían enfermedades o tristeza. En el mundo solo existiría una desigualdad aun mayor, lo que derivaría en graves enfrentamiento sociales y políticos.

Como conclusión, considero que la teoría del transhumanismo es acertada en unas casillas limitadas, puesto que está demostrado que sus avances facilitan muchos progresos. No obstante, debe alejarse y respetar la individualidad del ser humano. Toda evolución científica y tecnológica debe servir únicamente para ayudar a la especie humana, no para acabar con ella o sustituirla.

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